sábado, 17 de diciembre de 2016

Eduard Ramírez: LA CIUTAT ÉS AMABLE (...PER A UNS POLLETS, PER A ALTRES UNA FERA...) (y un poco también de L'USDEFRUIT ENCARA)

Precalentamiento


Frutos del trapicheo.
Yo, al contrario que la prologuista de La ciutat és amable, Anna Montero, huyo de todo lo añadido al texto del autor antes de acometer la lectura de un libro. De los prólogos, y sin que sea nada personal, como de la peste; e incluso de los epígrafes, que ya me vale. Después sí, lo leo todo, hasta el colofón y eso que escriben en las solapas, Dios nos pille confesados.

Supongo que la mía es una forma tan buena como cualquier otra de estirar la lectura de un libro antes de que se acabe aunque ya se acabó.

Primer tiempo

El autor escribe desde unos lugares que son ya parecidos a los míos, después de tanta vuelta. Es algo así como catártico leer la vuelta de la playa manejando en patas y esas cosas, acá lejos y hace tiempo.

Entretiempo

Sus versos con las manos en los bolsillos se me antojan ligados a una lejana lectura y por cuenta ajena de la poesía maldita de un poeta francés que, entre otras cosas y tangencialmente a lo que nos ocupa, estaba como una cabra. Vaya uno a saber.

Ser un Eduard Ramírez será, quién sabe, asumirse mestizo. No es ser un Eduard Ramírez Comeig ni un Eduard Comeig. La vida implica tomar decisiones, las decisiones implican riesgos.

¿La autopista puede ser un no-lugar? Ni sí ni no, seguramente, sino todo lo contrario, por supuesto. ¿Quién puede llorar en una gran superficie sin que, antes o después, lo inviten a retirarse? El disfrute, aunque provisional, es obligatorio.

Segundo tiempo

La ciutat és amable es un poemario que se me antoja intimista, reconcentrado, ligado a la realidad y a la vez testimonio de un voluntario acto de creación sobre ésta.

Que contar la realidad suele ser crearla lo saben bien los dueños de periódicos, por lo que también es alentador cuando desde otros puestos del uso de la palabra hay quienes se empoderan en ella. Si es cierto que "No hay mundo/si nuestros ojos/no se abren cada día",1 no es menos cierto, pues, que ese "espejismo de turistas/que somos/del asfalto"2 no nos reduce a ser la sombra de una sombra, una impune víctima de un país visitado, de un no-lugar que tolera el exceso cobrándoselo con el timo.

Si somos "espejismo de turistas" o es que no somos nada, como mucho una herramienta, o bien somos toda una persona, aunque parezca lo contrario. Del otro lado lo tienen claro: "No nos podemos sentir seguros cuando/el lenguaje toca la corneta:/tururú, tururú, tururú",3 y que aparezcan las fuerzas del orden.

Prensa deportiva

1 Las traducciones son mías: "No hi ha món/si els nostres ulls/no s'obrin cada dia." (18).
2 "miratge de turistes/que som/de l'asfalt." (16).
3 "No ens podem sentir estalvis quan/el llenguatge toca la corneta:/tururut, tururut, tururut." (28).

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