Lo compré en una librería. |
A partir de esta premisa, de este afortunadísimo golpe de suerte de la protagonista (lo normal hubiera sido que la violaran entre todos, después la torturaran y después la asesinaran, que es lo que habitualmente hacían las bandas que conformaban lo que actualmente es el Partido Popular), es que se construye una historia vertebrada en el diálogo de estos personajes junto a las medidas, dirigidas enunciaciones del narrador, siempre poniendo el ojo en la memoria, en el testimonio, en el testigo.
Yo no estudié a Giorgio Agamben, pero algo sé de por dónde van sus tiros, porque algunos fragmentos de su obra sí que leí, mientras cursaba un posgrado. Parece bastante claro que a Senza sangue hay que barajarlo con Agamben y ver qué sale de todo eso. También, con el David Becerra Mayor de La novela de la no-ideología y, seguramente, el de La guerra civil como moda literaria (que todavía no leí).
Los protagonistas son dos actores y dos testigos, su testimonio tiene toda la verdad y toda la duda, y el narrador nos lo va señalando todo el tiempo, tanto a partir del accionar de sus personajes principales como cuando describe el entorno. Todo es materia de testimonio en Senza sangue, y si eso no se lo tiene claro mientras se lee la novela, no parece que se pueda ser consciente de su funcionamiento.
Baricco, con sus pinceladas maestras, consigue que nos apiademos de forma infinita de un verdugo fascista. Nos cuenta cosas como que el viejo tenía el cuello mal afeitado, como todos los viejos del mundo, o que llora sin taparse la cara. Esas cosas funcionan. Nos apiadamos del fascista que, para más inri, y disculpen el más que previsible spoiler, al final se queda con la chica. Y sí, es una forma no tan buena como cualquier otra de mostrar que "el Franquismo ensucia todo lo que toca. Incluso, en algunos tristes casos, a sus víctimas más directas".
Me gusta cómo escribe Baricco, y leo sus libros con bastante premura. Eso es indiscutible. Pero este libro, tan bellamente escrito, también es repugnante.
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