Me lo compré en un mercadillo solidario de la EOI de València. |
En algún momento me enteré o intuí que la mía era una versión censurada e incompleta, y me deshice de ella. Quizás fue antes de venirme para España. Me recuerdo a mí mismo llevándomelo a una estación de servicio en la que trabajaba en horario nocturno cuando estaba recién casado. Recuerdo a dos empleados de la estación de servicio que juzgaron negativamente mis lecturas: uno, porque leyera en horario de trabajo; el otro, porque leyera ese preciso libro, y creo que no era por antisemitismo (el tipo andaba medio obsesionado por la literatura y filosofía maldita en esa época), pero andá a saber (el tipo era argentino).
El otro día me crucé con esta versión adaptada, de Penguin Readers, para estudiantes intermedios de inglés. Me la compré y la leí en unos días. Un compañero de la EOI, cuando se lo enseñé, me comentó algo así como que cuánta polémica hubo con este libro, y yo le contesté que sí, que los neonazis dudaban de su contenido, y la gente decente no. Así de diplomático me he vuelto últimamente.
Mi hija trabajó sobre este libro hace unos días, en la escuela. Fue una casualidad volver a cruzármelo.
Cada vez que leo este libro me asalta un sentimiento de duelo reciente. Una mezcla de sentimientos que se impugnan entre ellos. Un duelo.
Conseguidos aquí y allá. |
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