miércoles, 24 de julio de 2019

Joe Haldeman: LA GUERRA INTERMINABLE

Ya no lo conservo, aunque debería.
Leí La guerra interminable porque en fin, había aparecido el libro en casa, ni idea de cuándo, cómo ni por qué, y me lo acabé leyendo.

Está bastante bien, la novela. Hacía tiempo que no leía ciencia ficción, con lo que la he querido, y el librito de Haldeman me dio bastante de lo que me gustaba que me dieran en mis tiempos.

El protagonista es un soldado que narra sus periplo guerrero. Como varias veces tiene que hacer enormes viajes, la Humanidad va cambiando mientras él hiberna, y cada vez que despierta todo es diferente, pero lo que se mantiene es la manipulación del gobierno sobre la población en general y los soldados de baja graduación en particular. El enemigo, una raza alienígena que parecía que era malísima y después parece que no lo es tanto. En realidad, los malos acaban siendo los mismos que en Avatar.

Dicen por ahí que La guerra interminable es una respuesta a la mierda esa que escribió Heinlein, Tropas del espacio.

domingo, 21 de julio de 2019

Leonor Moreira: LA MUJER DEL CARTERO

Ahora mismo,
mientras escribo estas líneas,
esta novela se puede conseguir gratis en Amazon.
La mujer del cartero es la ópera prima de una escritora gallega de Galicia, Leonor Moreira. Es una novela en primera persona, bastante sórdida, que cuenta las andanzas de una mujer a punto de recibirse de cuarentona infelizmente casada la cual se enamora de un extraño y apuesto vecino recién llegado y con un oscuro secreto.

La novela está categorizada en Amazon bajo el paraguas de "Romántica" (de hecho, le va estupendamente en la tienda gratuita de la plataforma), pero en realidad no es tal cosa. Lo fundamental de una novela romántica es que la parejita se pelee y se reconcilie sin descanso hasta que se acaba la historia mediante el padre y la madre de todas las reconciliaciones, y esto no pasa en La mujer del cartero. Respeta algunos clishés del género, pero de ahí no pasa. Supongo que el etiquetado se deba a una decisión comercial, para darle fluidez a su difusión, algo que no me parece ni bien ni mal, o sea que me parece perfecto. Pero si tengo que categorizarla, la meto en la misma bolsa que a novelas como El arte más íntimo o American Psycho. Sobre todo la primera.

A nivel estilístico aguanta bien la lectura. Se nota que no es la típica novela de Amazon subida a lo bestia sin casi correcciones. Algún sentimiento sentido, incluso aun o colgado en el colgante se ha escapado por ahí, pero el texto está trabajado, y si la novela dura más o menos 300 páginas, da a despiste cada 100 páginas, que sin haber editor de por medio no está nada mal. Aparte, siempre se puede subir un nuevo manuscrito corregido (si lo sabré yo). El mayor problema que le encontré, en realidad, fue el uso de algunas comas. Y todos sabemos que las comas son muy hijas de puta.

Si tengo que señalar algún otro detalle, es que hay algunas incongruencias entre lo que dice la protagonista sobre su familia y amistades en las primeras páginas y lo que dice en las últimas. Hay una cuñada buena y un hermano que después desaparecen, y eso es un problema.

La historia sabe de dónde viene y a dónde va. La protagonista, si al principio comenzaba a despertar nuestra empatía, acaba descubriéndose un ser horrible y peligroso. El protagonista enseña sus cartas desde el principio, prácticamente, y uno lamenta un poco que sea tan claro que él y sólo él era el asesino que aparece en las noticias un poco demasiado pronto y destacado. 

Por estos días estoy releyendo ahora en inglés, gracias a que me lo encontré baratísimo en todocoleccion.net, Aspects of the Novel, de E. M. Forster, y en este sentido no está demasiado bien cuidada la tensión con que nos preguntamos "¿qué pasará después?", mientras leemos La mujer del cartero, algo que Forster consideraba sagrado. Hay algunos paralelismos y escenarios comunes entre el marido de la protagonista y Álex, su amante, que, quizás, podrían haber servido para que no fuera tan claro desde un primer momento que no otro sino Álex era el asesino en serie de las noticias. Pero al final las cosas son como son. 

Lo que no funciona para que la historia avance, entonces, es lo que Abelardo Castillo decía que sobraba, por lo que, salvo que haya una segunda entrega de la historia que bien podría haberla para resolver muchas tensiones que  podrían estar a punto de estallar y podrían hacerlo en una continuación—, realmente no le veo su utilidad narrativa. Cosas como todo lo que pasa en el bar Punto y Seguido, por ejemplo, que a pesar de que es un lugar importantísimo de la historia, acaba sin dar de sí algunas cosas que sí podía darlas, porque era un punto de encuentro del doble triángulo amoroso. Habrá que ver si hay continuación, en todo caso, porque los nudos que quedaron flojos bien lo ameritan, y ahí hay sustancia para ello.

¿Y qué decir de las escenas amorosas? Son pornografía pura y dura, empiezan a tope y parece que se van desinflando mientras avanza la historia, pero se ve que esas cosas pasan cuando un asesino serial se enamora de la que iba a ser su siguiente víctima antes de liquidarla. La misma suerte que tuvo Clarise Starling bien puede tenerla Clara Villamarín, la protagonista que nos ocupa. De todos modos no podemos engañarnos, la caída en el sexo más o menos convencional de los protagonistas es un remanso de calma que precede una tormenta que sucederá después de la palabra Fin, una tormenta cuyas consecuencias sólo pueden imaginarse y que, nuevamente, le da coherencia a la historia. Habrá que seguir leyendo a su autora, porque no ha empezado para nada con mal pie.

miércoles, 3 de julio de 2019

Herbert Marcuse: LA AGRESIVIDAD EN LA SOCIEDAD AVANZADA

Creo que me lo encontré en una librería de Russafa.
De este librito sólo leí el artículo que le da nombre al volumen. Marcuse toma de las fuentes de Freud, al que parece tratar como a un filósofo, para teorizar acerca del funcionamiento de la sociedad capitalista, y que todo giraría en torno al deseo de autodestrucción, que parecería imprescindible e inevitable para que el mundo (capitalista) siga girando. Este deseo de autodestrucción individual sería el que permitiría pues eso, sujetar al sujeto y esas cosas, hacer que viva su estado de alienación como una vida plena.

Está claro que hay que leer a Marcuse y a toda la peña de la escuela de Frankfurt. A veces es más fácil, a veces es más difícil, pero siempre te disparar la reflexión, porque siempre apuntan alto.