Creo que me lo compré en el Abacus de Alaquàs. |
Leerse de sopetón las casi 500 páginas de poemas de Pizarnik es un viaje hacia la muerte de la poeta que a veces se hace asfixiante. Juega con fuego todo el tiempo, uno lo ve claro eso, y hay que respirar el humo mientras se lee. Hasta que finalmente se llega al "no quiero ir/nada más/que hasta el fondo" escrito en tiza en 1972, y ahí sabemos que se acabó todo, porque ya nadie lee a Pizarnik sin saber de qué va la película.