viernes, 31 de julio de 2020

Ernest Hemingway: CUENTOS

Lo saqué de la biblioteca.
Supongo que acabaré comprándomelo
de segunda mano. En todo caso,
estoy esperando que me llegue
una edición en inglés que me compré
hace unos días en iberLibro
a un precio ridículo.



"Disfrutarás de esos relatos cálidos, sencillos, americanos (sic), fragmentos de la vida real que ocurren en plena naturaleza, en edificios abarrotados o en cómodas casas, y por debajo de todos ellos transcurre un saludable sentido del humor" se puede leer en "Relato banal", uno de los cuentos que conforman la antología preparada por el propio Hemingway. Algo de eso hay, en Cuentos.

Novelas de Hemingway ya leí dos, si mal no recuerdo. El viejo y el mar y Por quién doblan las campanas. La primera la leí con un libro en la mano un par de veces, si no recuerdo mal, y la escuché una y otra vez en inglés y en italiano mientras iba al gimnasio. La segunda, que me quedó bastante grande en su momento, la leí hace más de veinte años, y apenas guardo memoria de ella, cosas como tiradores aprovechando que las balas rebotan para darle a sus enemigos o ancianas que beben sangre y hay que besarlas para aprender no sé qué cosa.

Hemingway fue un encantador de serpientes, y eso casa poco con su teoría del iceberg. Aquí y allá, por todos lados, hay multitud de pequeños detalles, de conocimientos específicos de esos que el escritor ha puesto para que seamos concientes de que él y sólo él nos lo ha explicado, cosas como técnicas para descubrir armas ocultas en un bosque aprovechando la luz del sol y el aire recalentado que sube deformando la visual, o sea, esas cosas. Como hacía Jack London, pero con premio Nobel.

Mucho género en disputa hay, digamos, en Hemingway, por lo que me pareció, y eso es un signo de modernidad para el tiempo en el que escribió lo que escribió. Pero al mismo tiempo me parece que su obra le habla a un lector que ha desaparecido.

A mí no me encandiló. No sé qué habría pasado si lo hubiera leído con veinte años, pero eso nunca pasó.

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